Hora Santa el 29 de julio de 2021 asignada a La Legión de María: La Sencillez de Corazón
Hora Santa el 29 de julio de 2021 asignada a La Legión de
María: La Sencillez de Corazón
Persona #1
Jesús: Te amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente, con todas mis fuerzas. Te amo en cada palabra, en cada oración, en cada segundo de angustia, en cada gota de sudor y sangre. Te amo en cada sufrimiento, en cada beso de traición. Te amo en cada uno de tus amigos que te abandona. Te amo en cada golpe, en cada herida de tu cuerpo flagelado por cada pecado de cada hombre. Te amo en cada burla, en cada insulto, en cada espina clavada en tu cabeza. Te amo en cada injusticia, en cada desprecio. Te amo en cada paso hacia el calvario cargando tu cruz. Te amo en cada caída y en cada herida abierta de tus rodillas y de tu hombro bajo el peso de la cruz. Te amo en cada dolor y en cada clavo clavado en la cruz. Te amo en cada aliento y en cada suspiro. Te amo en cada palabra esforzada por la asfixia. Te amo en tu Madre y en el discípulo que nunca te abandona. Te amo en cada una de las mujeres que por ti lloran. Te amo en cada lágrima, en cada lamento. Te amo en cada acto de tibieza, en cada indiferencia. Te amo en tu entrega amando hasta el extremo. Te amo en tu sacrificio y en tu obra redentora. Te amo en tu obediencia hasta la muerte de cruz. Te amo en la herida de tu corazón inmolado y traspasado. Te amo en cada gota de sangre y agua derramada de tu precioso cuerpo. Te amo en tu muerte y en el sepulcro. Te amo en cada miembro de tu cuerpo, en cada hijo de Dios. Te amo en la alegría de tu resurrección. Te amo en cada encuentro entre tú y yo. Te amo en cada milagro, en cada obra de misericordia. Te amo en cada santo, en cada ángel, en cada ánima, en cada hombre, en cada sacerdote. Te amo en cada latido de mi corazón, y acepto las gracias que quieras darme para amarte todos los días de mi vida y en la vida eterna. Te amo en cada sacramento, en cada comunión, en cada eucaristía. Jesús, te amo ayer, hoy y siempre en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo.
Persona #2
A Jesús se le adora con toda tu mente, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, con toda tu voluntad. Actuando con el uso debido de tu libertad, con todo tu corazón, con todos tus sentidos, con tu inteligencia. Con tu poquedad, con tu fragilidad, con tu debilidad. Con tus ojos, con tus oídos, con el olfato, con el gusto, con el tacto, con cada latido de tu corazón. Transpirando tu deseo en cada poro de tu piel, de hacerte suyo, de hacerlo tuyo, de consumirlo, para saciar tu hambre y saciar tú sed. Pero, sobre todo, con tu humildad. Porque para adorar hay que humillarse, reconociéndose nada ante la deidad, que está frente a ti, y que ha bajado del cielo, como pan vivo, para contemplarte a ti: contémplalo tú. Para amarte a ti: amalo tú. Para hablarte a ti: háblale tú. Para escucharte a ti: escúchalo tú. Para concederte todo cuanto le pidas: pídele tú. Para permitir que lo adores, porque en el Hijo glorificas al Padre.
El Espíritu Santo es quien te mueve para adorar. Invócalo
tú, ámalo tú. Llénate de Él, abriendo tu corazón a su grandeza, a su moción. Y
déjate llenar y desbordar de su amor. Déjalo actuar en tu corazón. Deja que
vibre el Espíritu de Dios en tu morada, y recibe el don. Él es el dador de
vida, el que todo te da y te regala, sin pedirte nada, recíbelo tú. Y adora el
Cuerpo y la Sangre de Jesús, Cristo y Dios nuestro, que vive y reina por los
siglos de los siglos. Y está aquí, frente a ti. Adóralo con el pensamiento y tu
imaginación. Ve a su encuentro en el lugar más hermoso al que pueda llegar tu
razón. Y quédate ahí. Encuéntralo en ti. Navega mar adentro. Rema mar adentro.
Jesús está aquí. Adóralo diciéndole: “te amo Jesús, te amo y creo en ti. Y por
mí, con la ayuda del Espíritu Santo, muchos otros creerán en ti, y te amarán y
te desearán, con toda su mente, con toda su alma, con todas sus fuerzas, con
todo su corazón, y vendrán a ti”. Entrégale todo… hasta que no quede nada de
ti, en ti. Aprende de los ángeles. Ellos también están aquí. Descansa tu alma.
Su yugo es suave y su carga ligera. Toma su yugo, haz tuya su carga, toma tu
cruz y síguelo. Él ha venido para quedarse. Él está contigo todos los días de
tu vida. Adóralo en tu vida ordinaria. En tus quehaceres. En tus trabajos. En
tu estudio. En cada persona búscalo. Y en cada sacerdote adóralo. Cuídalo.
Ámalo. Procúralo. Y llévale la misericordia de la Madre del Señor. Que está
siempre junto a Él, y junto a ti lo adora. Acompáñala.
Persona #3
¿Cómo voy a poder seguir viviendo así, Señor, sabiendo que sufres por mí? Perdóname, perdónanos, Señor. Si mi vida sirviera para reparar tan solo una de tus heridas, me consolarías, pero no sería suficiente. Si mi muerte sirviera para reparar tan solo una de tus heridas, me aliviarías, pero no bastaría. Toma entonces mis lágrimas de amor, y que sea mi corazón, unido al tuyo, una misma herida, un mismo dolor, que repare arrepentido tanto desprecio, tanta indiferencia desagradecida, tanto desamor.
Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto
verdaderamente bajo estas apariencias. A Ti se somete mi corazón por completo,
y se rinde totalmente al contemplarte.
Al juzgar de Ti se equivocan la vista, el tacto, el gusto, pero basta
con el oído para creer con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios;
nada es más verdadero que esta palabra de verdad. En la Cruz se escondía sólo la divinidad,
pero aquí también se esconde la humanidad; creo y confieso ambas cosas, y pido
lo que pidió el ladrón arrepentido. No
veo las llagas como las vio Tomás, pero confieso que eres mi Dios; haz que yo
crea más y más en Ti, que en Ti espere, que te ame. ¡Oh memorial de la muerte del Señor! Pan vivo
que da la vida al hombre; concédele a mi alma que de ti viva, y que siempre
saboree tu dulzura. Señor Jesús,
bondadoso pelícano, límpiame, a mí, inmundo, con tu Sangre, de la que una sola
gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero. Jesús, a quien ahora veo escondido, te ruego
que se cumpla lo que tanto ansío: que al mirar tu rostro ya no oculto, sea yo
feliz viendo tu gloria.
Persona #4
Jesús mío y Dios mío, yo te amo, por los que no te aman, yo te adoro, por los que te desprecian, yo espero en ti, por los que no esperan, yo creo en ti, por los que no creen, yo confío en ti, por los que no confían, yo te cuido, por los que te abandonan, yo recibo tu amor, por los que no te reciben, yo veo, por los que no ven, yo escucho, por los que no oyen, yo pienso en ti, por los que te olvidan, yo te guardo, por los que te desechan, yo te encuentro, por los que no te buscan. Y lloro, por los que lloran, y sufro, por los que sufren, y vivo con alegría, por los que viven en amargura, y hablo, por los que no saben pedir, y oro en el silencio, por los que no saben callar. Me abandono en ti, por los que se van, renuncio a mí, por los que no renuncian, cargo mi cruz, por los que la rechazan, te sigo, por los que se quedan, te entrego mi voluntad, por los que la conservan, te abro mi corazón, por los que lo cierran, te entrego mi amistad, por los que te traicionan, te pido perdón, por los que no se arrepienten. Enséñame a morir al mundo para vivir en ti, enséñame a vestir al desnudo, enséñame a dar de comer al hambriento, enséñame a dar de beber al sediento, enséñame a atender al enfermo, enséñame a consolar al triste, enséñame a proteger al débil, enséñame a ayudar al necesitado, enséñame a vaciarme de mí, para llenarme de ti. Jesús dame tu amor, para reparar el dolor de tu Sagrado Corazón, para amarte como tú me amas, para amarte hasta el extremo, para amarte con tu amor, infinito y eterno.